domingo, 12 de octubre de 2008

Amor. Una triste historia

Juanito nunca hubiera creído que la vida lo lanzaría a esta encrucijada. Tener un hijo libre y otro esclavo… eh… bueno, a ver cómo me explico.

Como casi cada cubano de esta época Juanito soñó irse como fuera de Cuba, pero eso no basta con desearlo, hay que pasar por un estrechísimo y larguísimo tamiz que separa la paja buena de la mala o los cubanos malos de los buenos. Envió sus datos cada año para cada bombo o como le llaman los americanos: la lotería de Visas… pero él nunca ganó ni en las rifas de los cumpleaños. Probó entonces como balsero, no una sino tres veces. La primera balsa naufragó a sólo 100 metros de la orilla, hizo la segunda con unos socios que le sabían un mundo a eso de la marinería, pero que desaparecieron un día antes de la partida con balsa y todo y lo dejaron atrás. Esos socios viven hoy en Miami. La tercera balsa la hizo sólo, experiencia no le faltaba. Salió una mañana de mayo pero los guardacostas americanos lo detectaron a sólo 5 millas de su destino y lo devolvieron a Cuba.

Visto que lo que no está pa´ ti ni a palos se da, Juanito aceptó que su destino estaba anclado a la isla que lo vio nacer. Desistió de sus planes e hizo su vida como pudo o como le dejó el período especial. Se casó y tuvo una hija que se convirtió en la niña de sus ojos. Pero el período especial no cree en lágrimas ni sentimentalismos, cuando los platos están vacíos en la mesa esposa y esposo se los tiran a la cabeza. Su matrimonio se fue al carajo, no así el amor por la pequeña a la que dedicó todo el patrimonio de lo que podía arañar en medio de la miseria.

Pero hasta las historias más tristes tienen algún destello de luz; no son tristes de punta a cabo. A Juanito un día le llegó la buena: encontró pincha en una firma y de ahí a trabajar en un Hotel sirviendo mojitos en las arenas de playas del este. ¡Bien, qué bien! Todo lo que ganó lo gastó en su hija, la princesa de su vida…

Pero las historias tristes, tienen finales felices sólo en las telenovelas y esto es una historia triste.

Juanito, es un tipo bien parecido y ocurrió lo que tenía que ocurrir: apareció la yuma, después el contrato y luego el viaje pa´ conocerse mejor… la noche antes del viaje prometió a la niña que volvería a buscarla… y partió. Las cosas no le han ido mal a Juanito en Europa. Al contrario, la yuma es una tía de puta madre, que se ha portado como nadie con él, que lo apoya en todo, que le envia dinero a su niña en Cuba aún sin él pedírselo y le consiguió una pincha.

Con el tiempo Juanito decidió completar su felicidad trayendo a su hija a su lado, pero esto es una historia triste, no hay que olvidar eso. La madre de la niña en Cuba no va a entregar así como así a la gallina de los huevos de oro. De eso nada, la niña no sale de Cuba.

Juanito ha vivido años con esa espina clavada, sin lograr felicidad completa, llorando por dentro por la hija que dejó atrás. Y ahí habría terminado la historia si con el pasar los años su nueva esposa, por la que siente verdadero amor y agradecimiento le pidió tener sus propios hijos. Juanito ha tenido una nueva hija que ha nacido bajo otra bandera y a la que ama tanto como a su primogénita.

Acompañado de sus dos hijas aprendió en Varadero que sus hijas no son iguales, que una puede entra y salir, la otra no puede respirar el mismo aire de su hermana, que mientras una entra, la otra tiene que esperar en la puerta. Con una en los brazos no encontró palabras para explicar que él es padre de una princesa y una mendiga.

Y ahora Juanito no sabe qué hacer…


Del blog Jinetero,… ¿y qué?

2 comentarios:

Salva dijo...

Storia Triste Yuya, ma realistica.
Una storia cosi´ la conosco da amici. Ambientata nell'EX-DDR.
Purtroppo sono le storie della vita, che non sempre e´ clemente con le persone.

Saluti,
Salva

Yuya dijo...

Salva, la maggior parte delle storie sono bassate su i fatti reali.

Saluti:)