“El temor a la muerte, señores,
no es otra cosa que considerarse sabio sin serlo,
ya que es creer saber sobre aquello que no se sabe.
Quizá la muerte sea la mayor bendición del ser humano,
nadie lo sabe, y sin embargo todo el mundo le teme
como si supiera con absoluta certeza que es el peor de los males”.
Sócrates
Siempre anhelé mirar desde este lado, por encima del muro que está al final de mi vida marcando el final. Por eso, cuando el genio me concedió un solo deseo pasé por encima del ordinario deseo de fortuna para satisfacer esta peculiar curiosidad que no podría por ningún dinero del mundo comprar. Me conformaba con tan sólo una mirada al más allá, con un momento sentado sobre el muro que divide mi vida, de mi muerte.
… he llegado a tiempo a mi funeral. Yo que tantas veces repetí que ni muerto me moría en este país, tendré la mala suerte de no morir en Cuba. ¡Bueno, por mucho que proteste no creo que pueda cambiar eso! No hay mucha gente, esperaba tener un velatorio más movido, con gente gritando “¡no se lo lleven!” y en cambio terminaré mis días escuchando una aburridísima melodía de Beethoven.
En primer lugar me veo a mí mismo, o lo que queda de mí metido dentro de una cajita de caoba muy chula, sellada con una cadena de la misma madera tallada, como para que no me arrepienta. Lleva asas doradas y una inscripción en latín que no entiendo. ¿A quién se le ocurrió poner algo en latín para que no lo entienda nadie?
Me “muero de ganas” (nunca mejor dicho) de ver a mi viuda. Allá está, como siempre muy sexy. El negro le sienta muy bien, de eso siempre he estado seguro; ¡no por gusto se casó conmigo! No habla, ni mueve un párpado, tampoco derrama una lágrima. Ni siquiera en estos difíciles momentos pierde la compostura. ¡Quien tuviera una cámara fotográfica!
Por la ventana distingo a mi suegro dando instrucciones a alguien invisible desde mi posición. Nunca dejó de ser el jefe. En el salón, mi suegra se mueve rápida de un lado a otro. Se le ve ligera de dolor, yo diría que hasta contenta. Por un momento mira hacia lo alto y creo incluso que logra verme escudriñando, sentado sobre este muro. ¿Cómo es posible? ¿Habrá pedido como deseo ver cuando me iba a morir? ¡Arpía! Lanza una sonrisa, nunca le caí bien. Retorna nuevamente a sus obligaciones, se aleja poniendo mucho celo en que no falten el café o los pastelitos. ¡Mejor no pruebo bocado, no sea que me muera de verdad!
Sólo un par de cubanos conversan en el rincón más alejado del salón, hablando con toda comodidad en idioma español. Se cuentan chistes con voz grave y la gente que los oye mueve sus cabezas pensando: “’¡cuanto lo querían!” Ríanse cabrones, en la posición de ustedes yo estaría cagado de la risa. Se les une otro compatriota en toda la velada ¿¡Sólo tres!? Pero si mi libreta de direcciones y la memoria del móvil están a reventar. Si yo conozco a casi todos los cubanos de la ciudad ¿Cómo es posible que no hayan comparecido? Por eso quería yo estar presente en estos momentos. Pa´ creer los cuentos de: yo soy hombre y amigo…” Ya lo dice el dicho: “A rey muerto, rey puesto” y este “La gente se acuerda de Santa Bárbara cuando truena” y este otro El muerto al hoyo y el vivo al pollo… bueno.
Y hablando de pollos: ¿Quiénes son las dos hembras despampanantes que se acercan a mi viuda? Bueno ¿y no le van a dar un abrazo al homenajeado? Casi no se oye lo que dicen. Me acerco… vistas así, de cerca, puedo exclamar que levantan un muerto… ¿cómo murió? Bueno, al menos fue sin dolor… ¿Rápido? Menos mal… Sin causa aparente, dice mi viuda ¿Cómo es eso? “Un deseo del que nunca regresó”
¡Coño! ¿Cómo así? ¿El muro? No me asustes… mejor regreso ya… ¿Dónde coño está el muro? ¡Pero si esto era sólo una prueba por media hora! ¿Donde la puerta? ¿Dónde el genio? ¿Oye? ¡¡Genio!! ¡No juegues pesao coño!
¡¡Oyeeeeeeeeeeee……!!
Del blog Jinetero...¿y què?
1 comentario:
Hola algodar!
Ya pasè por tù casa, gracias por tù visita, y seguimos en contacto.
Un saludo,yuya:)
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